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Es necesario unificar esfuerzos y criterios, frente a la presión que se esta iniciando, por parte de los organismos estatales y autonómicos a nivel internacional. Bajo la excusa de los recortes económicos y quiebras de las instituciones, retroceden el campo asistencial y del derecho a la protección social, a los afectados de SSC, al negar su reconocimiento como enfermedad altamente invalidante.
Al margen de la valoración política del porqué se esta retrocediendo de un modo forzosa, la atención sanitaria, bajo la excusa del déficit estatal. Los afectados de SSC, una vez más sufrimos la discriminación del derecho constitucional de ser tratados y atendidos con equidad.
Desmembrar las unidades de atención y diluir los enfermos como contingencias comunes a las áreas básicas, sin más, es un grave error en la táctica asistencial y económica, puesto que en vez de solucionar un conflicto de atención sanitaria va a incrementar el problema del presente e hipotecar el futuro.
La clave está en el fracasado modelo de atención y de sus diseñadores.
Tras cerca de 40 años no han logrado el más mínimo beneficio hacia los afectados de SSC. Intentan en estos momentos justificar el fracaso, SU FRACASO, negando la existencia de dichas enfermedades, pero llenando las cuentas bancarias personales.
Un simple ejemplo.
Es el juego de palabras, entre Fatiga Crónica y Síndrome de Fatiga Cónica.
La fatiga crónica es una consecuencia de una enfermedad, que puede ser desde un proceso cancerígeno, a un proceso metabólico, hormonal, infeccioso, etc. Es decir existen múltiples patologías de diferente índole que la pueden ocasionar. Patologías conocidas y detectables perfectamente, sin discusión alguna. Por lo que aquella persona que se le diagnostique una fatiga crónica, el profesional que la determina, tiene que establecer el diagnóstico de la enfermedad que la produce. No nos engañemos, su desconocimiento no es justificable.
En cambio la Síndrome de Fatiga Crónica o Encefalomietilis Mialgica, EM/SFC, es una enfermedad específica, reconocida por la OMS bajo el epígrafe CIE.10 en 1992. Actualmente está siendo reconsiderada y a punto de salir bajo el CIE 11.
La CIE es la clasificación internacional de las enfermedades que genera la OMS.
Es vergonzoso que no solo se apliquen, como en España, valores CIE inferiores a los indicados por la OMS, con lo que ello implica para los afectados, si no que existan profesionales que nieguen la existencia de estas enfermedades viviendo fraudulentamente de ellas. Es un atentado contra el derecho de los enfermos, tolerado internacionalmente, por un facto interés político.
Actualmente existe un nuevo consenso internacional para la EM/SFC, consenso realizado por profesionales comprometidos y de reconocimiento internacional en el presente año 2012, que superan a los del Fukuda realizados en el año 1994. No es excusable alegar desconocimiento, actualmente solo se puede entender por intereses siniestros, que abusan de la buena fe y confianza que los afectados depositan a los profesionales de la salud.
¿Donde está su juramento hipocrático?, ¿en su bolsillo?, ¿en los intereses de determinadas farmacopeas internacionales?
¡Es la generación de un mito social, donde toda especulación es válida!. La visión de que es un atentado a los derechos humanos y de los enfermos por políticas militaristas de armamento bacteriológico ocupa un lugar preferente, junto a la servidumbre de la mayoría de los profesionales sanitarios al poder político
La actitud despótica mostrada por muchos profesionales de la salud, hace que hoy día aparezcan afectados que busquen e indaguen sobre estas enfermedades de SSC; son aquellos que califican «enfermos informados» de un modo despótico los profesionales inmovilistas, cuando simplemente este fenómeno es el resultado de la propia respuesta humana en busca de la resolución de un problema muy grave frente a la acción perversa y negligente en la que se ven inmersos. No ocurre este fenómeno en otras enfermedades, algún motivo habrá…
Por este motivo es recomendable que los afectados disconformes, expresen su situación y permanezcan activos y críticos en las asociaciones, es cuestión de supervivencia física y mental.
Las enfermedades de SSC que el Dr. M. Yunus de Ilinois en su día describió, son una realidad cada vez mas palpable, agrade o no agrade. No es cuestión de «yo pienso», ó «yo creo», existen suficientes criterios en la literatura de la ciencia médica que las avalan como enfermedades reales de origen bioquímico, bajo evidencias científicas constatadas.
La actitud inmovilista mostrada por algunos de los que se hacen llamar «expertos» y que están bajo la tutela de intereses político-comerciales solo ha pretendido retrasar los acontecimientos, pero la realidad es la que es y hoy día ya es imparable.
Por este motivo los afectados han de realizar el esfuerzo de unirse, para forzar y exigir responsabilidades y soluciones que eviten un futuro de dolor y marginalidad.
No hay nada peor y más cruel que la muerte familiar, laboral y social.